Quise escribirte un poema, en el marco de la fecha negada, y no pude porque no encuentro adornos en mis palabras más que las que el dolor me marcan. Por eso, te escribo, amor mío esta carta, la forma más directa
Voy a empezar deciéndote "Mi querido Michael" porque te siento parte de mi existencia, mi vida, mis horas, mis sueños.
Mi querido Michael:
Otro mes más de esa partida indescriptible, de la enorme conmoción que nos causó saber que el mundo te había perdido. Aún siento en las venas, en la sangre y en el pecho el ahogo, el dolor punzante que me invadió casi un año atrás.
No me alcanzan las palabras para pedirte perdón, perdón por los parentésis, por los sentimientos que nunca debieron dormirse, por haberme negado a mi misma la posibilidad de llenarme de vos, como cuando era chica y adolescente, y desaparecer en los momentos en que necesitabas de mi presencia.
Cada vez que tu esencia divina me besa la sangre, me impulsa a alcanzar logros explotando lo mejor de mí, me siento en deuda.
Por eso, honrarte, quererte, idolatrarte se me hace vitalicio, y agradezco día a día que mi pensamiento se haya alimentado de tu palabra sabia, de esa acción tan loable que te posiciona en el podio alto de los genios, de los humanistas, de los nobles.
Te quisiera aquí, en cuerpo presente, gozando de la vida, creciendo con tus hijos, encontrando el amor y que ese amor no te suelte, que camine con vos llenándote de dicha, te quisiera aquí, en la luz de tu talento, sorprendiéndonos con tu música (si es que hay sorpresa alguna) con tu talento. El destino no lo quiso, y la verdad, no entiendo sus razones.
Aún así te nos manifiestas en todo lo que genere amor, en la naturaleza hermosa que supiste proteger, en los niños, tu lucha, tu adoración; y a pesar de la mediocridad y maldad de ciertos ignorantes, continúas dando lecciones de grandeza, porque tu brillo es marca registrada de eternidad.
Te amo
Lenya